Era yo pequeña cuando algo a mis oídos llego procediente de adultas lenguas. El fútbol es el opio del pueblo, decían.
Poco significado le encontraba yo, mas conforme pasos daba en la vida más lo entendía.
Veloces ojos seguidores de una esfera que arriba y abajo va sobre el inmenso verde.
Verde pisado por grandes, por atletas, por dioses. Fervor despiertan en los corazones de la multitud que por unos minutos olvida las injusticias que pueblan el mundo.
¿Por qué dotamos de alabanzas a personas que corren detrás de un balón? ¿Por qué no son alabados los científicos, los poetas, los escritores? Ahora bien, ¿por qué unos pueden "olvidar" pagar sus impuestos y los otros no? Muy fácil, unos entretienen a las masas de una sencilla forma, los otros nos llevan también a otros mundos pero a cambio nos piden que pensemos.
Lo que acabáis de leer es una reflexión que me ha surgido a raíz del comienzo del mundial de fútbol que se puede relacionar con una de las temáticas de los trabajos, el deporte.
María Márquez Tejada