domingo, 24 de noviembre de 2013

Mucho más Romanticismo

Gracias a la entrada de Agustín, me he acordado de que ayer me olvide C.S.Lewis y de J.R.R. Tolkien.

Lewis es el autor de una de las sagas que más nos a hecho soñar en la infancia, o al menos a mí. Este señor escribió Las crónicas de Narnia. ¿Qué niño pequeño no se ha puesto unos anillos amarillos; o pasado dentro de un armario, claro está sin cerrar la puerta, que eso es de niños tontos; o intentado colarse en un cuadro para ir a Narnia con Aslan?
Yo al menos, lo intenté. Con Narnia se viaja a muchos escenarios diferentes. En el primer libro Digory y Polly iban a parar a un mundo en ruinas y verían la creación de otro; los hermanos Pevensie lucharían contra una malvada bruja para expulsarla de Narnia y acabar así con el largo invierno y se convertirían en los reyes de Narnia para luego volver a su mundo; en el tercer libro se nos muestra un reino que nos recuerda a los países árabes de la antigüedad; en La travesía del viajero del Alba viajamos por innumerables lugares cada cuál más exótico que el anterior hasta llegar hasta el mismo fin del mundo; en el último de los libros habrá algo muy romántico: morir joven.


¿Quien no ha oído hablar de Tolkien y sus hobbits? Esos hobbits que ayudados por un poderoso mago, Gandalf, lucharan contra Sauron para vivir muy felices comiendo todo el día y es que los hobbits son los seres más comilones del mundo, por eso tienen esas grandes barriguitas.
Los hobbits por sí solos no hubieran ni encontrado el anillo. Realmente todo se logra gracias al gran Gandalf, que planifica todo para que salga bien.
La historia empieza cuando el pobre Gollum pierde su tesoro, pobrecito Gollum, con lo enamorado que vivía de su anillito, ¿hay amor más fuerte que el de Gollum por su tesoro?. Este tesoro es encontrado por Bilbo Bolson, quien se lo pasará a su sobrino Frodo, que sin comerlo ni beberlo se encontrará viajando para destruir el anillo.
No será Frodo quien lo destruya, será Gollum, que morirá siendo feliz de haberse reunido con su tesoro.
Por cierto, Tolkien tenía una imaginación que no era normal. ¡Qué se invento hasta idiomas para los elfos!

María Márquez Tejada 1ªBach.




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