martes, 21 de enero de 2014

Vestimentas siglo XIX

A finales del Siglo XIX era impensable que las mujeres llegasen a liberarse del corsé, o que un día se pusieran faldas que dejasen ver sus piernas. Antiguamente, los patrones que regían la moda eran estéticos, despreocupando factores considerados secundarios, como la comodidad e incluso el bienestar físico. Con los cambios tan grandes ocurridos durante el siglo XX en las formas del vestir y en la tecnología, es fácil imaginar que en un futuro próximo surgirán nuevas e innovadoras prendas auspiciadas por la tendencia al confort, la comodidad y la llegada de avanzadas fibras textiles.


El Corsé y El Guardainfantes (siglo XVIII)
Corse
A lo largo de todo el Siglo XVIII, la silueta de la mujer fue moldeada por prendas de ropa interior, como el corsé de cintura hacia arriba y el guardainfantes de cintura hacia abajo. La denominada época rococó, destaca en el vestir por una gran profusión de adornos y por dejar paso a un lucimiento del escote femenino. El corsé ya no comprime todo el torso, sino que se utiliza para levantar y realzar el pecho, que asoma por el escote, entre un delicado remate de encajes.

A principios de este siglo la forma del guardainfantes era acampanada, pero a medida que las faldas se fueron ensanchando 

El Estilo Miriñaque (Primera mitad del siglo XIX)
Vestimenta Estilo Mariñaque
Además de la anchura añadida, las faldas se alargaron hasta barrer el suelo.

A finales de los años 50 las faldas sufrieron un cambio drástico. Gracias a la invención de nuevos materiales, apareció el miriñaque o enagua con aros.

El Estilo Polisón (segunda mitad del siglo XIX)
Vestimenta Estilo Polisón
marcaba la figura de quien lo llevaba, apareció a principios de la década de 1870, era conocido como “vestido línea princesa” en honor de la princesa Alejandra (1844–1925), que se convirtió en reina de Inglaterra.


La Belle Epoque La Transición del Siglo XIX al XX
Vestimenta Estilo Belle Epoque
Durante el periodo de la “Belle Èpoque” en Europa (1870-1914), caracterizado por la elegancia el refinamiento y el optimismo, los patrones que regían la moda eran estéticos, siendo secundaria la comodidad y el bienestar físico de la mujer.

Hasta comienzos del Siglo XX la moda femenina fue incómoda a consecuencia de la utilización del corsé, que apretaba todos los órganos internos. Así muchas mujeres se convertían en meros objetos decorativos.

El ideal de belleza femenino debía ser de pecho erguido y abundante, caderas anchas, cintura muy afinada y nalgas exageradas. Así surgieron las mujeres con forma de “S”, que ajustaron las faldas, recogieron el pelo sobre la cabeza, con complicados peinados y adornaron sus enormes sombreros con plumas, haciendo además juego con la estética modernista.

A finales de este periodo comienza a aparecer un nuevo tipo de mujer, por primera vez creado por ellas mismas. Una mujer independiente, que luchaba por el voto y por entrar en el mercado laboral. Para ellas la vestimenta se fue simplificando y la excesiva ornamentación desapareciendo, dando lugar al traje sastre de dos piezas, más adecuado a las nuevas necesidades.


La Evolución de La Ropa Interior. Entre el siglo XIX y el XX

A principios del Siglo XIX, la revolución industrial había agilizado la producción de bienes, esto influyó, entre muchas otras cosas, en una mejora del nivel de vida de la población y en una reducción en los precios de las prendas de vestir. Así las clases sociales más acomodadas e incluso las incipientes clases medias adquirirán numerosas piezas y complementos de vestir. Arropado por todo ello se desarrolló una estricta etiqueta social con relación al atuendo, las señoras debían cambiarse muchas veces y utilizaban: vestido de mañana, vestido de tarde, vestido de visita, vestido de noche (para el teatro), vestido de baile, vestido de etiqueta, vestido de casa, y por último, ropa de dormir.

Se crearon numerosos tipos de prendas interiores adecuados a los nuevos vestidos. 


La Liberación del Corsé. Primer cuarto del siglo XX
Liberación Corse

De 1945 a 1960. La Segunda Mitad del siglo XX


La moda de vestidos amplios y largos favorece el empleo de tejidos con cuerpo (tafetán, falla, otomán, raso grueso,...), frente a los vestidos confeccionados con telas de mucha caída, que se pegaban al cuerpo, muy utilizados en los años veinte y treinta.
proporcionan tejidos ligeros, cálidos, resistentes y fáciles de cuidar. Todo ello va a modificar el aspecto y el peso del guardarropas y a facilitar a las amas de casa el lavado y el planchado.

 Esta era la ropa de baño.

Gema Ramirez

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